Apocalipsis Capítulo 7- Interpretaciones

APOCALIPSIS CAPÍTULO 7

LOS CUATRO ÁNGELES, LOS 144,000 SELLADOS Y LA GRAN MULTITUD

Resumen de Algunas Interpretaciones y Conceptos Básicos

 

Apocalipsis 7:1: “Y después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que retenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplasen viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.”

  • “Y después de esto”: Es decir, después de los eventos relacionados con el sexto sello (Apocalipsis 6). La visión presentada en el capítulo 7 representa la contestación divina a la pregunta que los hombres hicieron al final del capítulo 6 al confrontar la segunda venida de Jesús en gloria: ¿Quién podrá permanecer en pie ese día? Antes de abrir el séptimo sello, era necesario proveer evidencia inmediata de que ciertamente habría quienes podrían permanecer en pie y sobrevivir a la ira del Cordero, y de que los seguidores de Jesús alcanzarían la victoria. Algunos se refieren a este capítulo como un intermedio, un interludio.
  • “Vi a cuatro ángeles”: Estos representan poderes celestiales. Se identifican cuatro ángeles porque es una referencia a los cuatro ángulos de la tierra, pero es muy probable que representen a todos los seres celestiales que Dios ha encargado de vigilar y refrenar las fuerzas destructoras del mal. Algunos sugieren que estos ángeles son los cuatro seres vivientes del capítulo 4.
  • “En pie sobre los cuatro ángulos de la tierra”: Es decir, los cuatro “rincones”, una referencia a los cuatro puntos cardinales (este, oeste, norte, sur). Representan los extremos del planeta (ver Ezequiel 7:2; Isaías 11:12; Apoc. 20:8).
  • “Que retenían los cuatro vientos”: Estos ángeles se presentan como quienes detienen todos los vientos que provienen de todas direcciones (Ezequiel 37:9; Daniel 11:4; Mateo 24:31). No se describe qué estaban haciendo para retener los vientos; cómo lo hacen. Estos son vientos fuertes, que representan destrucción o juicios (Jeremías 4:11-12; 49:36; Isaías 27:8; Daniel 7:2; Zacarías 2:6). Estos ángeles ejercen una influencia protectora sobre la tierra y sus habitantes.
  • “Para que no soplasen viento alguno”: Es decir, para que ningún viento causara daño, ellos impedían la destrucción.
  • “Sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol”: Áreas protegidas que no podían ser afectadas por los vientos. Esto podría ser una referencia a la naturaleza (tierra y mar)  y a los seres humanos (árboles), o sea, la tierra en general.

“¿Por qué toda esta maldad no estalla en una decidida violencia contra la justicia y la verdad? Es porque los cuatro ángeles están reteniendo los cuatro vientos, para que no soplen sobre la tierra. Pero las pasiones humanas están llegando al clímax, y el Espíritu del Señor se está retirando de la tierra. Si no fuera porque Dios ha ordenado a los agentes angélicos controlar a los agentes satánicos que están tratando de desatarse y de destruir, no habría esperanza. Pero los vientos han de ser contenidos hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes...” {ELC 98.3}

“Cuatro ángeles poderosos siguen reteniendo los cuatro vientos de la tierra. Así se impide que se desate la terrible destrucción en su plenitud. Los... vientos serán el levantamiento de las naciones para librar una guerra mortal. Mientras tanto los ángeles retienen los cuatro vientos, impidiendo que el tremendo poder de Satanás se desate en todo su furor hasta que los siervos de Dios sean sellados en la frente.” {MSV 180.4}

“Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos mientras no estuviese hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces caerían las siete postreras plagas...” {PE 36.2}

 

Apocalipsis 7:2-3: “Y vi a otro ángel que subía de donde sale el sol, teniendo el sello del Dios vivo; y clamó con gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes.”

  • “Vi a otro ángel”: Es decir, un quinto ángel, otro distinto de los primeros cuatro.
  • “Que subía de donde sale el sol”: Es decir, viene del este, de donde sale el sol y emerge la luz, y se va acercando a los cuatro ángeles. A veces Dios se aproxima a una escena proviniendo del este (Ezequiel 43:2). La señal de la venida de Jesús aparece en el este (Mateo 24:27). Algunos asocian este ángel con Miguel o Jesús.

“Después vi un ángel comisionado por Jesús para ir rápidamente a los cuatro ángeles que tenían determinada labor que cumplir en la tierra, y agitando de arriba abajo algo que llevaba en la mano, clamó en alta voz: “¡Retened! ¡Retened! ¡Retened! ¡Retened! hasta que los siervos de Dios estén sellados en la frente.” {PE 37.3}

  • “Tenía el sello del Dios vivo”: Es probable que Juan vio que este otro ángel traía un objeto en la mano, aunque no se describe específicamente que ese fuera el caso. Si cargaba algo consigo, entonces la descripción no sería abstracta, sino que el objeto representaba un símbolo. Un sello es el instrumento utilizado para imprimir una marca única perteneciente al dueño del sello, que identifica a un objeto como suyo (dueño), o a un documento como escrito o autorizado por él. El sello en un documento tomaba la función de su firma, autenticando y proporcionando autoridad al documento. En este verso, el sello le pertenece a Dios.
  • “Clamó con gran voz”: Su mensaje era importante, provenía con autoridad.
  • “A los cuatro ángeles”: Debía llamar la atención de los cuatro ángeles.
  • “A quienes se les había dado poder de hacer daño”: Es decir, el poder de contener o soltar los vientos destructivos. Las consecuencias de soltar los vientos están asociadas con la idea de permitir daño o destrucción.
  • “No hagáis daño”: Es un mandato. Si ellos soltaran los vientos, estos ocasionarían daños y destrucción; por lo tanto, se les ordena que sigan reteniendo los vientos. Esto protege en cierto grado, tanto al planeta como a todos sus habitantes, sean fieles a Dios o no.
  • “Hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios”: El mandato es temporal, una condición debía cumplirse. Inicialmente se identifica a un ángel (“otro”, singular), pero aquí, ese ángel parece sugerir que él no es el único que participará en el sellamiento de los santos, ya que habla en plural (“hayamos”, primera persona plural: nosotros), aunque a veces el uso del plural no necesariamente implica múltiples agentes. Los ángeles podrían soltar los vientos de destrucción únicamente cuando se cumpliera una condición en su totalidad: el sellamiento de los siervos de Dios. Se infiere que, si este otro ángel lleva consigo el sello de Dios, entonces es probable que él, en sentido simbólico, sea responsable del sellamiento de los siervos. Esto representaría un proceso de duración indeterminada. Los fieles deberían ser identificados como pertenecientes a Dios al reconocerse el sello visible que se les pondría. Esto los diferenciaría de los que no eran siervos de Dios y los protegería de los daños que los vientos, una vez soltados, producirían.
  • “En sus frentes”: El sello de Dios se coloca en la frente de los siervos de Dios, así como la marca de la bestia también se coloca en la frente de sus seguidores (Apoc. 13:16). El nombre de Dios y del Cordero se marca en la frente de los redimidos (Apoc. 14:1; 22:4) como evidencia de que le pertenecen y garantía de su protección. No es la primera vez en las Escrituras que se registra que, en anticipación a una destrucción que está por acontecer, Dios simbólicamente identifica a su pueblo con un sello o marca para protegerlo. Durante la última plaga en Egipto, previa al éxodo, los hijos de Israel sacrificaron el cordero pascual y usaron la sangre para marcar sus casas, así no experimentaron el juicio de Dios que resultó en la muerte de los primogénitos (Éxodo 12:21-23). En Ezequiel capítulo 9, se describe el escenario en el que seis seres (los verdugos) estaban preparados para traer destrucción sobre el pueblo de Dios. Otro ser llevaba consigo tinta para escribir. Dios ordena a este ser que escriba una marca en la frente de los que han permanecido fieles a sus mandamientos para protegerlos, y a los otros seis les ordena matar a todos los que no fueron marcados, comenzando en el santuario. Estas marcas son simbólicas, representan y reconocen las decisiones de los hombres y su correspondiente comportamiento visible (testimonio), evidenciando su lealtad al poder al que sirven: Dios o Satanás. El sello de Dios es evidencia de que Dios conoce a los que le pertenecen y estos se distinguen porque se han apartado del mal (2 Tim 2:19). No fueron sellados en contra de su voluntad, sino que eligieron conscientemente identificarse con su dueño y Señor, y reproducir su carácter. Este sellamiento de los justos, resultado de sus decisiones y comportamiento, es decir, de su fidelidad y obediencia, es producto de la obra del Espíritu Santo (2 Corintios 1:22; Efesios 1:13-14; 4:30), quien los distingue, protege, capacita y fortalece para que permanezcan fieles (Juan 14:17, 26; Hechos 1:8; Romanos 8:11). Las decisiones y comportamientos de los fieles son producto de su intelecto y de sus procesos mentales, lo cual se representa en este verso a través de la referencia a la cabeza, específicamente a la frente.  

“Nótese esto con cuidado: Los que reciban la marca pura de la verdad, desarrollada en ellos por el poder del Espíritu Santo y representada por el sello del hombre vestido de lino, son los que “gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen” en la iglesia. Su amor por la pureza y el honor y la gloria de Dios es tal, y tienen una visión tan clara del carácter excesivamente pecaminoso del pecado, que se los representa agonizando, suspirando y llorando. Léase el capítulo noveno de Ezequiel.” {3TPI 295.3}

“Juan ve los elementos de la naturaleza—terremotos, tempestades y lucha política—bajo el símbolo de cuatro ángeles que los retienen. Estos vientos están bajo control hasta que Dios ordena soltarlos. Ahí está la seguridad de la iglesia de Dios. Los ángeles de Dios obedecen su mandato al retener los vientos de la tierra para que no soplen sobre ésta, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes. Al ángel poderoso se lo ve subiendo del este (o de donde sale el sol). El más poderoso de los ángeles tiene en su mano el sello del Dios vivo, el único que puede dar vida, que puede poner la señal o inscripción sobre las frentes de aquellos a quienes se les concederá la inmortalidad, la vida eterna. Es la voz de este ángel encumbrado la que tiene autoridad para ordenar a los cuatro ángeles que mantengan en jaque los cuatro vientos hasta que esa obra sea realizada, y hasta que él ordene que sean soltados…

Este sellamiento de los siervos de Dios es el mismo que se le mostró a Ezequiel en visión…” {TM 444-445}

“El sello de Dios, la señal o signo de su autoridad, se encuentra en el cuarto mandamiento. Este es el único precepto del Decálogo que señala a Dios como el Creador de los cielos y la tierra, y distingue claramente al Dios verdadero de todos los dioses falsos.” {ST November 1, 1899, par. 9} 

“Unos cuatro meses después, tuve una visión de los acontecimientos, todos en el futuro. Y vi el tiempo de angustia, como nunca lo fue: Jesús me dijo que era el tiempo de la angustia de Jacob, y que seríamos librados de él por la voz de Dios. Justo antes de entrar en él, todos recibimos el sello del Dios vivo. Entonces vi a los cuatro ángeles cesar de sostener los cuatro vientos. Y vi hambre, pestilencia y espada, nación contra nación, y el mundo entero estaba en confusión.” {DS March 14, 1846, par. 2}

“¿Cuál es el sello del Dios vivo, que es colocado en la frente de su pueblo? Es una marca que los ángeles, pero no los ojos humanos, pueden leer; porque el ángel destructor debe ver esta marca de redención.” {13LtMs, Lt 126, 1898, par. 4}

“Hay un espíritu de desesperación, de guerra y derramamiento de sangre, y ese espíritu aumentará hasta el fin de los tiempos. Tan pronto como el pueblo de Dios sea sellado en sus frentes —no es cualquier sello o marca lo que se pueda ver, sino un asentamiento en la verdad, tanto intelectual como espiritualmente, por lo que no pueden ser conmovidos—, tan pronto como el pueblo de Dios esté sellado y preparado para el zarandeo, este vendrá.” {17LtMs, Ms 173, 1902, par. 25}

En el tiempo cuando los vientos de destrucción sean soltados, aquellos que fueron sellados poco antes, en realidad ya habían sido sellados con el Espíritu Santo durante el curso de su fiel carrera en la vida cristiana, probablemente mucho antes de los acontecimientos catastróficos que los vientos habrían de provocar. Pero en los momentos finales de la historia del mundo, este sellamiento o reconocimiento demostrará que Dios los reconoce de forma especial porque ellos permanecieron fieles al pacto y demostraron consistentemente su lealtad a su voluntad obedeciendo sus leyes incluso en medio de la tribulación. La ocasión demanda que sean separados, distinguidos y protegidos de la mayoría que decidió persistir en la desobediencia y la rebeldía contra la voluntad de Dios. Esta mayoría ahora se enfrenta a los juicios de Dios y a las desastrosas consecuencias de sus propias decisiones. Algunos llaman a esto el sellamiento apocalíptico. Sin embargo, el sellamiento y la protección divina no implican que los fieles no experimenten tribulación en las horas finales de la humanidad.

 

Apocalipsis 7:4: “Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.”

  • “Y oí el número”: La narración no proporciona una descripción de cómo ocurre este sellamiento ni quién está diciendo estas palabras. Juan tampoco ve aquí a los 144,000.
  • “Ciento cuarenta y cuatro mil”: Hay quienes opinan que este es un número literal y exacto que representa la cantidad total de este grupo de los redimidos, pero esta interpretación no es popular. Muchos intérpretes consideran este número como simbólico, representando una cantidad no especificada. De entre estos, hay quienes, al analizar el número, entienden que puede representar el producto de la multiplicación de números simbólicos como 12 x 12 x 1,000. El número “12” recurre en la Biblia, y tal vez su uso más común es en referencia a las 12 tribus de Israel y a los 12 apóstoles de Jesús, por lo cual algunos concluyen que el número 12 simboliza el pueblo de Dios (un comentario a Apoc. 4:4 sugiere este mismo concepto al interpretar el número 24 como el resultado de 12 + 12). El número “1,000” puede ser una alusión a divisiones, grupos o unidades (Números 31:3-5) en concepto, pero no necesariamente como número literal. La idea parece sugerir la inclusión de la totalidad del pueblo de Dios representada por 12 divisiones, cada una con 12 unidades de 1,000 sellados.
  • “Sellados de todas las tribus de los hijos de Israel”: Los comentaristas han expresado una variedad de interpretaciones acerca de la identidad de este grupo. Algunos, particularmente futuristas y dispensacionalistas, creen que esto se aplica literalmente a la nación de Israel. Mucha información se ha divulgado en los medios de comunicación promoviendo posiciones similares. Otros interpretan la mención de Israel como una referencia a la iglesia cristiana, el nuevo Israel (Gálatas 6:16; 3:7, 29; Romanos 2:28-29; 9:6-8; Santiago 1:1). A veces, los 12 discípulos y las 12 tribus de Israel se asocian presentándose juntos (Mateo 19:28; Apoc. 21:12-14).

 

Apocalipsis 7:5-8: “De la tribu de Judá, doce mil sellados; de la tribu de Rubén, doce mil sellados; de la tribu de Gad, doce mil sellados; de la tribu de Aser, doce mil sellados; de la tribu de Neftalí, doce mil sellados; de la tribu de Manasés, doce mil sellados; de la tribu de Simeón, doce mil sellados; de la tribu de Leví, doce mil sellados; de la tribu de Isacar, doce mil sellados; de la tribu de Zabulón, doce mil sellados; de la tribu de José, doce mil sellados; de la tribu de Benjamín, doce mil sellados.”

  • “De la tribu de…”: La lista original en el Antiguo Testamento de las tribus de Israel se basa en los nombres de los hijos de Jacob (Rubén, Simeón, Leví, Juda, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José, Benjamín; ver Génesis 29:32-35; 30:5-13, 17-24; 35:16-18; 49:1-27; Éxodo 1:1-6; 1 Crónicas 2:1-2). Los nombres en estas listas no siempre se presentan en el mismo orden. Más de 400 años más tarde (Éxodo 12:40-41), después de la salida de Egipto, durante el segundo año de peregrinación en el desierto, Dios ordena que se hiciera un censo de los que podrían salir a la guerra. Moisés, Aarón y un representante de cada tribu estarían a cargo del proceso. Las tribus se mencionaron por nombre y se siguió la lista original de los hijos de Jacob, con excepción de José y Leví, este último porque ejercería el sacerdocio. En lugar de estos dos, se incluyen a los hijos de José: Efraín y Manasés (Números 1:1-16). La misma lista se utiliza para describir la movilización del pueblo en el desierto, organizada bajo las banderas de las doce tribus (Números 10:11-28). Durante la conquista de la Tierra Prometida, se eligieron líderes de cada tribu para hacer los planes de división y repartición de la tierra. Todos los hijos de Jacob son mencionados, pero se mantienen las mismas excepciones: José, que es reemplazado por sus dos hijos (Números 34:13-29), y en el caso de Leví, la exclusión es debida a que los levitas habrían de recibir ciudades dentro de la heredad de las tribus del pueblo (Números 35:1-8). Esto se confirma luego en Josué 14:1-5 donde también se nos aclara que los dos hijos de José eran dos tribus. Al final de la peregrinación en el desierto, Moisés, antes de morir, proclama una bendición final para cada una de las tribus del pueblo; no menciona a Simeón ni a Isacar. En la lista que Juan oyó, la voz no incluyó los nombres de Dan y Efraín en la lista, pero esta vez sí se incluyen los nombres de Leví y José (aunque Manasés, su hijo, también fue incluido). Se han propuesto explicaciones acerca de por qué estas inclusiones y por qué Dan y Efraín no fueron incluidos (pecados, idolatría, apostasía). En realidad, todas las tribus fueron culpables de pecados similares a través de su historia. La apreciada tribu de Judá no era más inocente que las otras, como lo demuestran los múltiples testimonios de los profetas, particularmente de aquellos que ministraron al pueblo en los últimos días del reino (Jeremías, Ezequiel). Simeón y Leví fueron asesinos vengativos que mataron a todo varón en la ciudad de Siquem (Génesis 34). Algunos sugieren que Dan y Efraín fueron excluidos porque cuando el reino de Israel se dividió en dos, el rey Roboam edificó dos becerros de oro en el territorio de estas tribus para establecer un culto idolátrico que compitiera con el templo en Jerusalén. Pero dado que el Apocalipsis no proporciona razones explícitas, estas explicaciones son concepciones teóricas. Tal vez, el hecho de que la lista  de Juan difiera en este particular de otras en el Antiguo Testamento sugiera que no debe interpretarse literalmente, sino como un símbolo de que estos redimidos forman parte del pueblo de Dios.
  • “Doce mil sellados”: Se procede a identificar la composición de las 144,000: 12,000 por cada una de las 12 tribus mencionadas, es decir, 12,000 x 12. Nuevamente, la precisión de que haya una misma cantidad de redimidos por cada tribu sugiere el simbolismo de la cifra numérica. En el contexto de los siete sellos, este grupo es la evidencia de que habrá un gran número de vencedores que podrá estar en pie en el día de la ira del Cordero (6:17) y sentarse en el trono con Jesús (3:21), habiendo sido preservados por Dios, y protegidos de los desastrosos efectos de los cuatro vientos, pues fueron sellados por el Espíritu Santo al permanecer fieles y obedientes a Dios. Juan compartirá otros detalles acerca de este grupo cuando describa la visión que tuvo de ellos en el capítulo 14.

“Pronto oímos la voz de Dios, semejante al ruido de muchas aguas, que nos anunció el día y la hora de la venida de Jesús. Los 144.000 santos vivientes [En inglés: “The living saints, 144,000 in number…” EW 14.1] reconocieron y entendieron la voz; pero los malvados se figuraron que era fragor de truenos y de terremoto.” {PE 14.2}

 

Apocalipsis 7:9: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, que nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de vestiduras blancas, y con palmas en las manos…”

  • “Después de esto miré, y he aquí”: Después de haber escuchado la voz que revela el número y la composición de los sellados, ahora tiene una visión de un grupo que aparece en la misma escena.
  • “Una gran multitud que nadie podía contar”: Un grupo innumerable.
  • “De todas naciones…”: Juan reconocía que este grupo estaba compuesto de personas de todas partes del mundo.
  • “Delante del trono y en la presencia del Cordero”: En la presencia de Dios. Ellos no son de los que huyen de la presencia de Dios y de la ira del Cordero, sino de los que pudieron permanecer en pie en el día de su venida.
  • “Vestidos de vestiduras blancas”: Sus vestiduras son blancas porque han sido lavadas en la sangre del Cordero; sus pecados han sido perdonados. Cristo intercede por ellos a la diestra de Dios y los representa, así son considerados justos delante de Dios. Sus vestiduras también pueden representar el carácter santificado (Apocalipsis 19:8). Ver comentario a Apoc. 3:18.
  • “Con palmas en las manos”: Jesús fue recibido en Jerusalén de esta manera durante sus últimos días de vida  (Juan 12:13). Esto es una expresión de alabanza, representa una celebración, particularmente después de haber obtenido una victoria. Esta multitud está a punto de revelar por qué se está celebrando.

 

Apocalipsis 7:10: “Y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.”

  • “Clamaban a gran voz”: Lo que van a decir es importante; también puede sugerir que su adoración es intensa.
  • “La salvación pertenece a nuestro Dios…”: Este grupo está celebrando que Dios los haya salvado y dado la victoria; ellos no reclaman ningún crédito para sí mismos; hacen una proclamación de alabanza.
  • “y al Cordero”: Se reconoce la obra de salvación del Cordero y su soberanía junto a Dios.

Algunos creen que esta multitud innumerable representa el mismo grupo de los 144,000 ahora presentados en una visión, de quienes Juan acaba de oír que serían sellados. Otros creen que representa a todos los salvados de todas las edades, pero sin incluir a los 144,000, porque estos son un grupo distinto y singular. Hay otros que creen que esta multitud incluye tanto a los 144,000 como a todos los salvados de todas las edades. 

 

Apocalipsis 7:11-12: “Y todos los ángeles estaban alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y se postraron delante del trono sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Amén; la bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, la honra, el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.”

  • “Todos los ángeles estaban alrededor del trono”: Los millones de seres angélicos de Apoc. 5:11.
  • “De los ancianos y de los cuatro seres vivientes”: Los mismos de los capítulos 4 y 5.  
  • “Se postraron … adoraron a Dios”: Adoran en devoción y reverencia una vez más.
  • “Diciendo: Amén, la bendición … sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos”: Comparar con Apoc. 5:12. En ambos versos encontramos una doxología (alabanza) que enumera siete elementos. En respuesta a la alabanza a Dios por parte de los redimidos, los seres celestiales se unen en la alabanza y adoran al eterno Dios.

 

Apocalipsis 7:13-14: “Y uno de los ancianos respondió, diciendo: Estos que están vestidos de vestiduras blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras, y las han blanqueado en la sangre del Cordero.”

  • “Uno de los ancianos respondió”: O sea, uno de los 24 ancianos previamente descritos. Este anticipa lo que Juan se estaría preguntando acerca de la visión.
  • “Estos que están vestidos de vestiduras blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?”: La interpretación de este versículo depende de la posición que se tome respecto a la identidad de la gran multitud (ver comentario al verso 10 arriba acerca de las tres posiciones típicas). Basándose en lo que Juan ha descrito hasta ahora, es razonable suponer que él sabía que era un grupo de seres humanos redimidos, glorificados y victoriosos. En ese sentido, la pregunta acerca de quiénes eran, posiblemente, era retórica. La pregunta sobre su procedencia u origen pudo haber sido hecha para introducir detalles acerca del grupo.
  • “Señor, tú lo sabes”: Juan difiere al anciano para que proporcione la contestación a su propia pregunta.
  • “Estos son los que han salido de la gran tribulación”: Es decir, pasaron por tribulación y prevalecieron; en general, representa el triunfo sobre la prueba. Los que sugieren que se está hablando exclusivamente de los 144,000 interpretan esto como una referencia a las persecuciones y pruebas que ocurren poco antes de la segunda venida de Jesús. Los que sugieren que aquí se hace referencia a la gran multitud de redimidos de todas las edades entienden que la gran tribulación se refiere a las muchas persecuciones que experimentaron los santos desde la fundación de la iglesia.
  • “Han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero”: Es decir, aceptaron el evangelio y la victoria de Jesús, confesaron sus pecados, se arrepintieron y fueron perdonados (justificados); el viejo hombre murió y vivieron por la fe en novedad de vida (1 Juan 1:7, 9; Rom. 6:4, 6, 11-13, 22). Aunque enfrentaron persecución, la batalla más importante fue la de superar sus propias tendencias pecaminosas dependiendo del poder de Dios para evitar que el pecado reinara en sus vidas (Rom. 6:12).

 

Apocalipsis 7:15: “Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono tenderá su tabernáculo sobre ellos.”

  • “Por esto están delante del trono”: Es decir, por las razones descritas anteriormente, ellos pueden estar delante del trono de Dios, obtener la victoria y estar en pie en el día de su ira. Han sido redimidos, justificados y santificados.
  • “Le sirven día y noche en su templo”: Esto fue el anhelo de los redimidos durante sus vidas en un mundo de pecado. Ahora que tienen la oportunidad, no desean separarse de Dios ni quieren dejar de servirle continuamente (compara con Apoc. 4:8). Este deseo es simbolizado por el servicio sin descanso que prestan en el palacio-santuario de Dios, aunque allí no hay necesidad de la luz del sol ni de la noche (Apoc. 22:5).
  • “El que está sentado en el trono tenderá su tabernáculo sobre ellos”: En una forma peculiar este anciano revela a Juan la intención futura de Dios de literalmente hacer su morada con los redimidos (Apoc. 21:3-4) en un mundo de perfecta paz. Esta promesa es un recordatorio de la eterna intención de Dios de querer habitar con sus hijos (Éxodo 25:8; 29:43-45; Ezequiel 37:26-27; Juan 1:14; Apoc. 21:3-4).

 

Apocalipsis 7:16-17: “No tendrán hambre ni sed jamás, ni el sol ni el calor los afligirá. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.”

Apocalipsis 7:16: “No tendrán hambre ni sed jamás, ni el sol ni el calor los afligirá…”

  • “No tendrán hambre ni sed jamás”: Es decir, ya no sufrirán ninguna necesidad, material o espiritual, pues Dios proveerá para ellos; hay toda clase de abundancia en la vida eterna.
  • “Ni el sol ni el calor los afligirá”: Es decir, ya no sufren ninguna aflicción; todo sufrimiento es cosa del pasado. El anciano parece hacer referencia a Isaías 49:10 (lo que también se refleja en el próximo versículo), donde Dios se presenta como un pastor cuidando de su pueblo.  

 

Apocalipsis 7:17: “Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.”

  • “Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará”: El Cordero es ahora el pastor y guía de los redimidos, y como un buen pastor (Juan 10:11), cuida y provee para sus ovejas. Él es el pastor prometido (Ezequiel 34:23) y el Príncipe de los pastores (1 Pedro 5:4).
  • “Los guiará a fuentes de aguas de vida”: Por esta razón ya no tendrán sed de ningún tipo. Él es el agua que sacia toda sed (Juan 4:41) y en la tierra nueva hay un río de agua de vida (Apoc. 22:1).
  • “Dios enjugará toda lágrima de sus ojos”: Es decir, Dios elimina todas las causas del dolor y el sufrimiento; Él es el consuelo absoluto para sus hijos (cf. Isaías 25:8).

 

Resumen y  comparación de las descripciones de los dos grupos.

Característica

144,000 (auditiva)

Gran Multitud (visual)

Número

144,000 (simbólico vs. literal)

Multitud que nadie podía contar

Origen

12 tribus de Israel

Todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas

Propósito

Sellados en la tierra para protección

Reconocimiento público de que la salvación procede de Dios

Ubicación en la visión

En la tierra 

Delante del trono y del Cordero (en el cielo)

Vestimenta

No se menciona en Apocalipsis 7

Vestiduras blancas y palmas en las manos

Momento de aparición

Antes de los juicios que siguen al soltar los vientos

Después de la gran tribulación

Acción

Sellados por ángeles

Alaban a Dios con voz fuerte

Otros detalles

 

Han salido de la gran tribulación

Han lavado y emblanquecido sus ropas

No sufren (hambre, sed, calor, lágrimas)

El Cordero los pastorea

 

“Delante del trono, sobre el mar de cristal… se halla reunida la compañía de los que salieron victoriosos “de la bestia, y de su imagen, y de su señal, y del número de su nombre”. Con el Cordero en el monte de Sión, “teniendo las arpas de Dios”, están en pie los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los hombres... Cantan “un cántico nuevo” delante del trono, un cántico que nadie podía aprender sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el cántico de Moisés y del Cordero, un canto de liberación. Ninguno sino los ciento cuarenta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico, pues es el cántico de su experiencia, una experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás. Son “estos, los que siguen al Cordero por donde quiera que fuere”. Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por “primicias para Dios y para el Cordero”. Apocalipsis 15:2, 3; 14:1-5. “Estos son los que han venido de grande tribulación”; han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación; han sentido la angustia del tiempo de la aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derramamiento final de los juicios de Dios. Pero han sido librados, pues “han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero”. “En sus bocas no ha sido hallado engaño; están sin mácula” delante de Dios. “Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono tenderá su pabellón sobre ellos”. Apocalipsis 7:14, 15. Han visto la tierra asolada con hambre y pestilencia, al sol que tenía el poder de quemar a los hombres con un intenso calor, y ellos mismos han soportado padecimientos, hambre y sed. Pero “no tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá sobre ellos, ni otro ningún calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos”. Apocalipsis 7:14-17. {CS 630.3}

“Inmediatos al trono se encuentran los que fueron alguna vez celosos en la causa de Satanás, pero que, cual tizones arrancados del fuego, siguieron luego a su Salvador con profunda e intensa devoción. Vienen después los que perfeccionaron su carácter cristiano en medio de la mentira y de la incredulidad, los que honraron la ley de Dios cuando el mundo cristiano la declaró abolida, y los millones de todas las edades que fueron martirizados por su fe. Y más allá está la “grande muchedumbre, que nadie podía contar, de entre todas las naciones, y las tribus, y los pueblos, y las lenguas [...] de pie ante el trono y delante del Cordero, revestidos de ropas blancas, y teniendo palmas en sus manos”. Apocalipsis 7:9 (VM). Su lucha terminó; ganaron la victoria. Disputaron el premio de la carrera y lo alcanzaron. La palma que llevan en la mano es símbolo de su triunfo, la vestidura blanca, emblema de la justicia perfecta de Cristo que es ahora de ellos.” {CS 646.1} [Nota: Esta escena ocurre cuando finaliza el milenio)

“Pero con un ademán, él los detiene. Todavía no; no puede ahora recibir la corona de gloria y el manto real. Entra a la presencia de su Padre. Señala su cabeza herida, su costado traspasado, sus pies lacerados; alza sus manos que llevan la señal de los clavos. Presenta los trofeos de su triunfo; ofrece a Dios la gavilla de las primicias, aquellos que resucitaron con él como representantes de la gran multitud que saldrá de la tumba en ocasión de su segunda venida.” {DTG 773.11}

“Deteneos en el umbral de la eternidad y oíd la misericordiosa bienvenida dada a los que en esta vida cooperaron con Cristo y consideraron como un privilegio y un honor sufrir por su causa. Con los ángeles, echan sus coronas a los pies del Redentor… Allí los redimidos saludan a quienes los encaminaron hacia el Salvador. Se unen en alabanzas a Aquel que murió para que los humanos gozaran una vida tan duradera como la de Dios. Acabó el conflicto. Concluyeron las tribulaciones y las luchas; los cantos de victoria llenan todo el cielo, al rodear los rescatados el trono de Dios. Todos entonan el alegre coro: “Digno, digno es el Cordero que fué inmolado,” y que nos rescató para Dios.

“Miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; y clamaban en alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero.” Apocalipsis 7:9, 10.” {MC 405}

“No es Su plan que Su pueblo presente algo que ellos tienen que suponer, lo cual no está enseñado en la Palabra. No es Su voluntad que se entren en controversia sobre cuestiones que no les ayudarán espiritualmente, tales como: ¿Quién ha de componer los ciento cuarenta y cuatro mil? Esto lo sabrán sin lugar a dudas en poco tiempo los que son los elegidos de Dios.” 7BC 978.4